Esta primera película, correspondiente al primer libro, nos
sitúa en Panem, las ruinas de lo que antaño fue Norteamérica y gobernado ahora,
tras décadas de caos y guerra, por el Capitolio, órgano de poder que tiene
sometido al pueblo a una dura y represiva dictadura.
Para evitar cualquier nuevo
levantamiento, el Capitolio organiza anualmente los conocidos como Juegos del hambre, un cruel y
sádico acontecimiento retransmitido por televisión en el que 24 jóvenes
participantes son obligados a luchar a muerte hasta que sólo uno de ellos quede
en pie. Los participantes son elegidos por sorteo -siempre que no se presenten
voluntarios- entre los adolescentes que viven –o malviven- en los doce
distritos que componen Panem. Cada distrito debe enviar a un chico y a una
chica adolescente a competir y luchar por su vida.
La protagonista de este (clásico)
futuro distópico que nos presenta la obra de Collins es Katniss Everdeen
(Jennifer Lawrence), una joven de dieciséis años de edad que se presenta
voluntaria para participar en los juegos en lugar de su hermana pequeña.
Katniss, residente del Distrito 12 (una humilde comunidad minera), es llevada
bajo custodia junto al elegido masculino, Peeta (Josh Hutcherson), hasta el
Capitolio, lugar en el que son entrenados para enfrentarse al resto de
participantes y, en especial, a los despiadados “Tributos profesionales”,
voluntarios que proceden de los distritos más ricos de Panem y que llevan toda
su vida preparándose para los Juegos.
Durante los días previos, ambos
trabajan baja la supervisión de un antiguo –y ahora alcohólico- vencedor de los
juegos, Haymitch Abernathy (Woody Harrelson), quién trata de afinar su instinto
de supervivencia y convertirlos, con la ayuda de Cinna (un estilista
“interpretado” por Lenny Kravitz) en estrellas mediáticas para ganarse la
admiración del público y así conseguir patrocinadores mediante los cuales poder
aumentar sus posibilidades de ganar.
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